Alimentación para lactantes: todo lo que debes saber
La alimentación en lactantes resulta básica para asegurar un correcto desarrollo durante los primeros años del bebé. Es en este período cuando el niño crece a mayor velocidad que en cualquier otra etapa de la vida, por lo que debemos conocer sus necesidades, el tipo de alimentación que le conviene y cuándo y de qué manera pasar de la leche materna o de fórmula a un tipo de alimentación más variado.
En nuestra guía de la alimentación infantil encontrarás las claves para asegurar unos hábitos de alimentación saludable en los niños de todas las edades, pero si buscas algo más específico para lactantes, te animamos a que sigas leyendo.
Índice
Alimentación del lactante durante los primeros 4 meses
La alimentación complementaria
La alimentación del lactante durante los primeros cuatro meses
Durante los primeros cuatro meses del bebé, la leche materna o de fórmula cumplen con todas las necesidades en la alimentación del lactante, pues contienen todos los nutrientes necesarios para su crecimiento.
La duda principal de los progenitores durante este período hace referencia al número de veces que deben alimentar al bebé y en qué cantidad, a lo largo del día.
Los pediatras recomiendan utilizar el cambio de pañales como una referencia.
Durante los primeros cinco días del bebé, este debe mojar un pañal por día acumulado (1 pañal el primer día, 2 pañales el segundo…) A partir del quinto día, cinco pañales diarios es el mínimo que se considera normal.
Por lo tanto, y según estos cálculos
- El primer mes: entre 60 y 120 ml de leche por cada toma, y de 6 a 8 tomas al día.
- El segundo mes: entre 150 y 180 ml de leche por cada toma, y de 5 a 6 tomas al día.
- Hasta los cinco meses: entre 180 y 200 ml de leche por cada toma, de 5 a 6 tomas al día.
La lactancia materna
Alimentar al bebé de manera exclusiva con leche materna durante los primeros seis meses de vida aporta numerosos beneficios tanto al lactante como a la madre.
Para los niños:
- Protección frente a infecciones gastrointestinales.
- Reduce la mortalidad neonatal.
- Reduce el riesgo de diarreas.
- Es una fuente de energía y nutrientes.
- Menos probabilidades de padecer sobrepeso u obesidad en la adolescencia y edad adulta.
Para las madres:
- Reduce el riesgo de cáncer de ovarios y mama.
- Ayuda a espaciar los embarazos.
- Estrecha los lazos entre madre e hijo.
La alimentación complementaria en el lactante
La alimentación complementaria es aquella alimentación diferente a la leche materna que se proporciona al lactante. La OMS incluye la leche de fórmula adaptada dentro de esta definición, si bien otros organismos la consideran al mismo nivel que la leche materna.
Este tipo de alimentación se hace necesaria a partir de los seis meses de vida, cuando la leche materna ya no basta para cubrir las necesidades nutricionales del lactante.
Cómo iniciar al lactante en la alimentación complementaria
Debemos tener en cuenta las pautas para introducir la alimentación complementaria en el bebé:
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Debes mantener la lactancia materna a demanda, con tomas frecuentes, hasta los dos años como mínimo.
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La transición entre la leche materna y la alimentación complementaria debe realizarse de forma progresiva, según el niño se adapte a los cambios.
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Puedes empezar a partir de los seis meses, pues el bebé ya ha reforzado sus defensas gracias a los elementos obtenidos a través de la leche de la madre.
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Para asegurarnos de que el niño se acostumbra a cada alimento, y para ser capaces de detectar posibles intolerancias, se aconseja dejar transcurrir entre 3 y 5 días de un alimento nuevo a otro.
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Los alimentos complementarios deben ofrecerse de manera progresiva e ir aumentando las cantidades poco a poco.
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Podemos aprovechar los beneficios de los purés de frutas para niños y empezar por estos (cuando sea posible) para modificar la consistencia progresivamente hasta acostumbrar al niño a masticar.
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Evita las comidas enlatadas, pues pueden contener altas cantidades de sal o azúcar.
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Lava y pela las frutas siempre con especial cuidado de retirar las semillas o pipas del interior. Presta especial atención a los alimentos que crecen en el suelo, pues pueden contener algún elemento contaminante.
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Utiliza siempre una cuchara para que el niño se acostumbre a esta herramienta. Deja el biberón para la leche de fórmula y el agua.
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Evita que el bebé se alimente con biberón mientras está tumbado en la cama. Esto puede producir infecciones o atragantamientos.
Qué alimentos complementarios puedo dar a mi bebé
En las recomendaciones sobre lactancia materna publicadas por el Comité de Lactancia Materna de la Asociación Española de Pediatría, se recomienda no descartar la leche materna sino alargarla, en combinación con la alimentación complementaria, al menos hasta los dos años de edad del lactante, si fuera posible.
De esta manera, durante los meses en que combinemos ambos tipos de alimentación, el bebé deberá consumir al menos 500 ml de leche materna para cubrir sus necesidades nutricionales.
Algunos alimentos recomendados para la dieta complementaria son:
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Cereales sin gluten (arroz, maíz o soja): aportan carbohidratos, vitaminas, minerales, ácidos grasos y hierro. Se pueden diluir en la leche para aprovechar ambos alimentos comenzando con una cucharadita, y aumentar la cantidad al cabo del tiempo hasta una textura de papilla.
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Cereales con gluten (trigo, avena, cebada): aportan similares beneficios a los cereales sin gluten y también pueden diluirse en la leche.
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Frutas: deben ofrecerse al niño peladas, maduras y trituradas para que resulten más fáciles de digerir, en textura papilla o zumos. Aportan agua, sacarosa, vitaminas y minerales. La importancia de la fruta en la infancia está más que comprobada, por lo que no debemos olvidar incluirla en su dieta
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Verduras: ya sean frescas, cocidas al vapor o hervidas, se ofrecen en forma de puré sin sal. Aportan agua, proteínas, celulosa, vitaminas y minerales. Preferiblemente, a la hora de la comida.
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Carne: es recomendable iniciar cuanto antes la toma de carne debido a su alto aporte de hierro, proteínas y vitaminas. Debe introducirse en pequeñas cantidades y aumentarlas de forma progresiva hasta unos 40 – 60 gr por ración y día, acompañada de puré de verduras.
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Lácteos: Además de su aporte de proteínas, calcio y vitaminas, favorecen la absorción de calcio y regeneran la flora intestinal. Los yogures de leche adaptada pueden ofrecerse a partir de los seis meses y, posteriormente, los yogures naturales. Los quesos deben ofrecerse en su formato fresco poco graso, a partir de los 10 meses.
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Pescado: aporta proteínas, vitaminas, minerales y ácidos grasos. A partir de los 9 – 10 meses pueden ofrecerse pequeñas cantidades de pescado blanco hasta llegar a 40 – 60 gr al día. El pescado azul se introducirá en la dieta alrededor de los 12 meses. Hasta los tres años, debemos evitar pescados con alto contenido en mercurio, como pez espada, atún rojo o cazón.
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Huevo: podemos empezar por ofrecer la yema cocida alrededor de los 9 – 10 meses de edad y añadir la clara a partir de los 11 – 12 meses.
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Legumbres: se recomienda introducirlas en la dieta alrededor de los 11-12 meses de vida, preferiblemente sin piel o pasadas por el pasapurés. Se pueden añadir al puré de verduras una o dos veces por semana.
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Condimentos y edulcorantes: Se deben evitar durante el primer año de vida, pues elementos como la sal o el azúcar ya se encuentran de manera natural en los alimentos que ofrecemos al niño.
En resumen, la alimentación del lactante
El cuidado en la alimentación del lactante es básico para asegurar un crecimiento y desarrollo saludables. Una alimentación adecuada durante los dos primeros años de vida reduce la mortalidad, el riesgo de obesidad o enfermedades crónicas, y mejora su desarrollo.